Consonantes que se difuminan

 


XL

Existe un fenómeno lingüístico llamado “elisión consonántica” que consiste que en una palabra se deje de pronunciar una consonante. Uno de los casos más referidos y conocidos es lo que sucede con los participios terminados en -ado, -ada: comprado, contada. Estas palabras son pronunciadas por muchas personas (más en España) como comprao, contáa.

Dicen los expertos en estos asuntos que la pronunciación así realizada tiene que ver con un principio de economía; es decir, que el hablante utiliza la llamada “ley del menor esfuerzo”. Quizá a varios lectores les parezca graciosa esta afirmación, porque concluirán que si en todas las palabras aplicamos esa ley, terminaremos por usar monosílabos, o peor aún, nos quedaremos mudos. Por fortuna no es así. No en todas las palabras se aplica ese principio y no todos los hablantes lo aceptan. También es probable que intervengan otros factores como los psicológicos. ¿Ha observado el lector que, cuando a una persona o a un lugar se le llama afectuosamente o con términos hipocorísticos, se utilizan abreviaciones de la palabra original reduciéndola a dos sílabas? ¿Cuántos Santiagos no conocen ustedes a los que sus amigos y familiares les llaman Santi? Y así tenemos muchos casos de este principio de economía: de Guadalupe, dejamos Lupe, de Miguel pronunciamos Migue; por acá, por el sur de Jalisco, hay un pueblo que se llama Zapotiltic, pero a todos los hablantes de la región les da pereza pronunciar nombre tan largo y dicen Zapo. Una ves me perdí por el centro del estado de Puebla y preguntando cómo tomar el camino que necesitaba, una persona me dijo. “Siga por este camino, dé vuelta allá y después de tantos minutos llegará a Huejo”. Por supuesto que no entendí, porque yo quería llegar a Huejotzingo, no a Huejo. Un caso extremo es el nombre de un hermoso pueblo de Guanajuato que se conoce universalmente (incluidos mapas y nomenclaturas de carreteras) como Yuriria, cuando en realidad su nombre es Yuririapúndaro: ¡tres sílabas eliminadas de un plumazo!

Pues bien, volviendo a lo nuestro, diré que este fenómeno de la elisión consonántica está asociada a dos hechos: el habla popular y a los hablantes de poca educación escolar. Algunos estudiosos agregan un tercer hecho: los jóvenes. Yo me quedó con los dos primeros. Casi siempre las consonantes elididas o evitadas son la “d”, como en los casos que ya dije, pero entiéndase que no es un fenómeno exclusivo de los participios, pues también sucede en los adjetivos: asustado (asustao) o en sustantivos: estado (estao). Hay fenómenos muy curiosos en que en unas regiones se elide una sílaba y en otras zonas, otra; tal es el caso de apellido, que en Extremadura mucha gente pronuncia apellío y en México es muy frecuente escuchar a la gente pronunciar apeído. Es decir, en España le quitan la “d” y en México le quitamos la doble ele.

Ni qué decir del habla norteña de México que se eliden esos fonemas laterales (ll) y así, es muy común escuchar a la gente pronunciar: cabaio, en lugar de caballo; cerío, en lugar de cerillo; chiquío en lugar de chiquillo, y un largo etcétera.

Normalmente se atribuye este fenómeno de la elisión consonántica al habla andaluza. Los lingüistas afirman que en el habla del sur de España (Andalucía, Extremadura) es más recurrente la innovación mientras que en Castilla la población en general rechaza estas modificaciones. Las razones para afirmar esto son muy variadas, y tienen que ver conque la lengua nuestra se estableció tardíamente en aquella parte meridional de la península. Y también se dice que ese gusto por no respetar la pronunciación original pasó a América y que el español nuestro es como el andaluz, en muchos aspectos, y uno es éste: la fácil aceptación de las modificaciones.

Quizá sea así, ahora no me detendré en ello pero quiero traer a colación dos palabras (sustantivos) que acá en América las pronunciamos completas y en España se generalizó la elisión consonántica. Me refiero a Sayavedra y Monclova. El primero es el conocidísimo apellido Saavedra que fue como terminó por generalizarse, ya con la elisión, y el segundo es poco usado, procede de un título nobiliario y éste de un castillo y pueblo andaluz. En España se suele usar Moncloa. Por ejemplo, a las afueras de Madrid hay un palacete que es residencia del presidente del gobierno de España y que se llama así: la Moncloa. Mientras que en México, existe una ciudad del norte del país que se llama Monclova y recibió tal nombre porque se fundó durante el mandato del virrey Melchor Portocarrero tercer conde de La Monclova. Es decir, que los fenómenos lingüísticos –como piensan algunos estudiosos– no son solo de ida, sino también de vuelta.

Para concluir tres observaciones: normalmente las consonantes elididas son al final de las palabras (postónicas) y en el caso de Sayavedra, no. También es atípico que la consonante que se expulsó de la palabra sea una “v”, pues es algo casi excepcional y, finalmente, si nos apoyamos en que acá se siguen usando las formas originales y en España se perdieron, tendríamos que decir que los españoles son más dados a la innovación en el uso de la lengua, mientras que los mexicanos evitamos los cambios ¿Será eso así? Sí, sin duda, pero como toda afirmación en este campo, es un hecho relativo, no absoluto.

 






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