Claudia Sheinbaum ¿presidente o presidenta?
XLV
Por el hecho histórico de que en México habrá por primera vez una mujer que será la jefa del ejecutivo federal se han escuchado opiniones divergentes de cómo se le debería de dar el tratamiento de tal; es decir, que cuando hablemos de ella o apelemos a ella se le debe referir como presidente o mejor sería llamarla presidenta. En consecuencia he decidido escribir en esta ocasión sobre el género de esta palabra desde mi perspectiva, que no soy político sino especialista en el uso de la lengua.
Quiero decir que lo que a continuación
explique está relacionado con el uso correcto de la lengua y lo que diré no
está movido por una mentalidad política o ideológica, ni pretendo enmendarle la
página a ningún político ni es mi deseo dar lecciones de “lenguaje
incluyente” que, por otro lado, esto último (digo, hablando del uso correcto de
la lengua, no de ideologías políticamente correctas) me parece una pifia.
Como
ya he explicado en otra ocasión, en español existen cuatro géneros: común,
ambiguo, epiceno y neutro, aparte de los más usados: masculino y femenino. También
sabemos que la mayoría de los sustantivos y adjetivos construyen estas dos últimas
formas, con la desinencia “a” u “o” (niña, niño). También es sabido que muchos
sustantivos sólo tienen una de estas dos formas, ya sea la masculina (médico) o
la femenina (cámara) y cuando es necesario atribuirle el otro género que no
quedó marcado por la vocal, se acostumbra anteponer el articulo para señalar
que en ese caso específico nos referimos al otro género, al no habitual o
lógico; así es como podemos decir: La médico me mandó hacer
unos estudios de laboratorio o El periodista hizo un reportaje muy
revelador.
Pues bien, en este último orden de
ideas se apoyan quienes sostienen que Claudia Sheinbaum es o será (faltan dos
días para la toma de posesión) La presidente de la república. Bueno y
pase porque está bien hecha la inferencia y así se procede en muchos casos como
los ya referidos de médico y periodista. No obstante, quienes insisten
en darle el tratamiento de tal manera omiten dos importantes consideraciones:
los neologismos y el aspecto consensual del uso de la lengua. Explicaré
brevemente estos dos aspectos para demostrar que, quienes incorporan estos dos a
su manera de ver el fenómeno no están faltos de razón; por el contrario, la
tienen y es tan legítima esta manera de usar el sustantivo como quienes
prefieren el tradicional la presidente.
Los neologismos –y también ya
he hablado de este fenómeno lingüístico en esta serie de artículos de difusión–, es una manera muy creativa y
válida de construir nuevas palabras que resuelven una carencia léxica y que
mientras estas construcciones se apeguen a la regularidad del idioma y repongan
una palabra faltante, es legítimo y válido inventarlas. En aquella ocasión
explicaba la palabra mexiquense, neologismo que resolvió la carencia del
gentilicio para los originarios del Estado de México, y como la construcción se
apega a la lógica y estructura de nuestra lengua debe ser bienvenida, como lo
es. Y tan es así que ha terminado por generalizarse y hasta en diccionarios
extranjeros, como el DRAE, ya se la incluye. Por otro lado, explicaba que un neologismo
inválido es influenciar, pues está mal construido y no resuelve una
carencia pues ya existe influir (que por ciertos ha sido desplazado poco
a poco por los usuarios inexpertos y esnobs de nuestra lengua).
Pues bien, el sustantivo presidente
se agrupa entre aquellos que inicialmente sólo tenían la forma en masculino y
que por ello se suelen usar anteponiéndole el artículo la, cuando se
quiere usar en femenino (que, además hay que decirlo, son muchísimos). Tal es
el caso de juez, que en femenino se suele usar “la juez”, y lo mismo sucedía
(pero se ha ido desechando) con términos como doctor. Por ejemplo, en el
caso de esta última palabra ya nadie, opino yo, duda en usar la forma doctora
y todo mundo se decanta por utilizarla así y han desechado la doctor. Y
otro tanto le pasó al neologismo la gobernadora, que terminó por
desplazar, al prácticamente olvidado, la gobernador. Y vamos para largo:
regenta, pintora, curadora, veterinaria, profesora,
jefa, afanadora, conductora.
Este es un fenómeno tan natural y
concomitante a nuestro idioma que también lo hemos hecho a la inversa, es
decir, que convertimos sustantivos que inicialmente eran sólo femeninos a
masculinos, posponiéndoles la “o”; así sucede con paloma/palomo.
Y aunque, ciertamente, es menos frecuente, sin duda se usa y son bien aceptados
por los hablantes de nuestra lengua.
Debo reconocer, y con ello voy
concluyendo, que ha habido resistencia para aceptar algunos sustantivos en
masculino a los que simplemente se les agregue la “a”, tal es el caso de
jueza o médica o sastra. Pero no es el caso de presidenta,
porque ya hace mucho tiempo que su uso ha aparecido, y como hace también mucho
tiempo que hemos aceptado otros similares como doctora o profesora,
pues resultará que terminará por generalizarse y los que se oponen y persisten
en usar y proponer el uso de “la presidente Claudia Sheinbaum” están
destinados a recibir un palmo de narices; y dado el caso serán motejados de
necios. Así que yo les recomiendo que se queden callados porque harán el
ridículo cuando en las ceremonias oficiales la llamen presidente.
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