El uso doble de la preposición
Las preposiciones son aquellas pequeñas partículas de la lengua que hace años (no sé si siga sucediendo) a los niños se las enseñaban haciéndolos repetir como si fueran una letanía. Aquellos lectores que pertenezcan a mi generación recordarán que en las aulas, sus profesores de primaria los ponían a decirlas una y otra vez a coro y en voz alta: a, ante, bajo, cabe, con… so, sobre y tras. Claro, no faltaban los niños maliciosos que sólo pronunciaban los primeros y últimos vocablos y por supuesto que terminaron por olvidarlas, en cambio, algunos somos capaces, aunque viejos, de repetirlas una y mil veces.
Pues bien, estas palabras suelen ser de uso dificultoso porque tienen dos características que provocan esa complicación: una, su campo semántico se ha perdido casi por completo (si decimos: voy a Colima, el sentido surge casi por completo del verbo y el sustantivo: la acción de ir y el sustantivo ciudad de Colima y de la preposición casi no captamos nada) y dos: una misma de estas partículas puede tener dos o más sentidos (de por ejemplo, significa la propiedad de alguien o la materia con que se constituye la cosa: casa de Juan, casa de madera).
Hoy quiero hablar de otro fenómeno concomitante a las preposiciones que si bien no es del todo dificultoso, sí nos puede sorprender: cuando en una construcción dada incluimos dos (y a veces tres) preposiciones. La primera vez que reparé en ello, hace muchos años, fue cuando en un paseo que realicé a España, un amigo me dijo que lo esperara un momento: "voy a por cigarros". Pensé, esa es una forma extraña de construir la oración, en México lo diríamos con una sola de las preposiciones, la que sea, pero sólo una: "voy a los cigarros" o "voy por cigarros". Por supuesto que me pareció redundante y en consecuencia inútil ese uso doble e inferí que las preposiciones sólo se deberían de usar de una por una. Después es que descubrí que eso de incluir dos y hasta tres es una característica muy normal de nuestra lengua y hasta es motivo de satisfacción de algunos especialistas porque eso le permite, dicen éstos, a nuestra lengua, expresar unos matices muy particulares y complejos que otras no tienen: "desde por la mañana", "hasta de con sus padres fueron a buscarlo".
En fechas recientes releía algunos capítulos de El Quijote en una edición anotada por Francisco Rodríguez Marín. Sancho dice a Don Quijote que uno de los supuestos magos que ha encantado a su señor, no era hechicero ni fantasma ni cosa que se le parezca, sino un vecino de su aldea, Tomé Cecial. El Caballero de la Triste Figura trata de persuadir a su escudero de que esa es otra de las artimañas de sus enemigos, el hacerse pasar por personas conocidas para mayor confusión de las víctimas. El palurdo responde con ingenuidad y malicia que no, que en verdad es su vecino pues con cuidado le vio la cara por abajo del antifaz y está tan seguro porque no sólo vive el dicho Tomé en su aldea, sino en la casa de al lado de la suya. Así lo afirma: “y la cara, quitadas las narices, era la misma de Tomé Cecial, como yo se la he visto muchas veces en mi pueblo y pared en medio de mi misma casa”. Si lo queremos ver con gracia, podríamos afirmar que a los españoles ahora les sobran las preposiciones y antes les faltaban, porque claro está, nosotros diríamos "pared de por medio de mi misma casa”. Pero no lo diremos.
Rodríguez Marín, que escribió sus notas hace más de cien años, aclara que este uso de Sancho puede parecer extraño, pero no es tal porque antes se podía decir no solo así, sino también “pared y medio de mi misma casa” y que usar la doble preposición “de por medio” es un uso nuevo que desplazó al otro.
Como explica Samuel Gili Gaya en su manual, las preposiciones a veces dicen la cosa con vaguedad (por lo ya dicho de la pérdida del campo semántico) y por ello a veces se refuerza la intención cambiándola por otra que nos parece más explícita (de aquí hasta tu casa versus de aquí a tu casa); también el refuerzo puede venir por la inclusión de una segunda. Tal es el caso del uso peninsular de “voy a por cigarros” o el moderno (tanto en España como en América) “pared de por medio”.
Desde nuestra perspectiva de usuarios actuales de la lengua, la expresión de Sancho nos parece incompleta y hasta confusa, porque podría inferirse que dijo: "mi casa está partida en mitades por una pared", cuando en realidad quiere decir: "entre su casa y la mía sólo hay una pared que nos separa".
Para evitar dicha confusión nosotros incluimos la preposición de porque transmite ésta una idea de cantidad parcial ("diez de los treinta reunidos votaron en contra"), pero en el contexto del uso que le da Sancho nos parece insuficiente decir que ese lugar está mediado o dividido en mitades y por ello, al incluir la preposición por, agregamos una idea del modo o manera en como quedó el espacio que ocupan esas casas (por último, por fin): "terreno dividido por mitades".
Y otro tanto sucede en "voy a por cigarros". El hablante tiene la necesidad psicológica de usar dos conceptos en esta construcción: la idea de dirigirse, transitar, etc. (voy a Guadalajara) y la de la causa por la que se hace ese desplazamiento (por haber llovido mucho); para los hablantes americanos de nuestra lengua nos es suficiente decir una u otra idea: nos satisface con sólo decir que "me iré por un momento" o bien, decir sólo "la causa por la cual me alejo un momento" (para comprar cigarros).
En conclusión, aunque parece inocuo el uso de las preposiciones, en realidad debemos hacerlo con cuidado, pues el mensaje puede estar incompleto o confusamente dicho.
¿Por ello debemos inferir que Sancho o los hablantes españoles de ahora se equivocan o usan mal la lengua?, no por supuesto; cada lugar y cada tiempo tiene su manera de usar la lengua. Dado el caso, para reforzar la idea del uso cuidadoso que debemos hacer de estas partículas, quiero cerrar este texto con un ejemplo de un alumno que no usó la preposición deseable, sino que la cambió e incluso puso una conjunción: "hacía días que no veía a la novia y la había echado de menos", cuando en realidad quería decir: "hacía días que no veía a la novia por lo que la había echado de menos".
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