¿Se piden o se dan disculpas?
Los
que vivimos en la zona central del país, cuando viajamos por el sureste de
nuestra patria nos sorprende que por aquellos estados (Yucatán, Quintana Roo)
muchas personas hacen ciertas construcciones al revés (semánticamente hablando)
de lo que quieren decir y no es extraño escuchar a una persona decir “te presto
cien pesos” cuando en realidad quiere decir “préstame cien pesos”.
Muchos
se admiran y se ríen de tal fenómeno, pero no captan que esta curiosa
construcción se puede dar en cualquier lugar y nadie está a salvo de resbalar
en esta casa del jabonero que es el uso de la lengua. Todos estamos expuestos a
las pifias. Por ejemplo, en la ciudad de México se suele decir al revés la
construcción “Se da pensión nocturna” refiriéndose a automóviles que necesitan
ser encerrados por las noches para que no sean robados y dicho mensaje se puede
leer en los estacionamientos públicos. Pues bien, nadie o casi nadie reflexiona
que la construcción fue dicha al revés, pues en realidad no se da, sino que se
reciben automóviles en pensión. Yo he tratado de explicar la diferencia de dar
o recibir los vehículos en pensión nocturna y simplemente no se aceptan mis
argumentos, me dicen que no entiendo de qué se trata.
Cuando
pienso en mi persistencia de querer explicar el error y la negativa a aceptar
mis argumentos, me digo que soy como un chilango que vacaciona por Mérida y
trata de explicar a un yucateco en qué consiste la confusión de dar algo en
préstamo o recibir esa cosa o dinero, simplemente no lo aceptará.
Pues
bien, en los medios de comunicación sobre todo, y entre cierto círculo de habla
formal y burocrática se ha metido la costumbre de decir “le ofrezco una disculpa”
o “le doy una disculpa”, porque quien usa esta expresión ha cometido una pifia
e intenta enmendar su error. (En realidad se dice con tanta soberbia que bien
se nota que el supuesto apenado en realidad le importa un bledo disculparse).
Pues
bien, esta construcción es exactamente igual que las ya dichas respecto de
prestar dinero u ofrecer pensión automovilística. Observe el lector que la
construcción tradicional de este tercer caso ha sido: le pido disculpas
o mejor, le pido me disculpe. Es decir, quite de mí la culpa que tengo
por haber dicho tal o cual cosa.
Pues
bien, en cierto momento, por el fenómeno de la ultracorrección, de la que ya
hemos hablado en otras ocasiones, ha surgido, repito, principalmente en los
medios de comunicación audiovisuales, la peregrina idea de invertir la fórmula
y en lugar de pedir disculpas, dan disculpas, lo cual es un
dislate, pues en realidad están diciendo: usted ha cometido una pifia pero yo
lo perdono, cuando supuestamente ha querido decir he cometido un yerro en mi apreciación y
le pido quite de mí la culpa.
¿Por
qué es incorrecto decir le doy una disculpa? Porque la palabra disculpa
está formada por el prefijo de negación dis más la palabra culpa. Por lo tanto,
quien pretende excusar su error no puede formular su petición dando razones al
que escuche para quitarle la culpa pues el que escucha no ha cometido la pifia.
Hay
otras maneras de construir la fórmula si no se quiere usar el pronombre me
(le pido disculpas, o le pido me disculpe) que es quizá la causa por la cual se
ha caído en la confusión. Por ejemplo, se podría decir le pido me excuse,
le ruego no atienda mi dislate, no es eso lo que quise decir,
etc. Pero mientras se insista en enredar el posesivo personal me
acompañado del prefijo dis- se está como el burro alrededor de la noria: dando
vueltas sin progresar por ningún camino.
Hay
otras muchas maneras de cantinflear y cotidianamente me encuentro mensajes tan
erráticos y risibles como el anterior. La clave para no meter la pata en esos
lodazales radica en la sencillez; en la medida en que enredamos la cosa
queriendo explicar y sobrexplicar, más lo complicamos. En una ocasión leí en el
estacionamiento de una de esas tiendas que pululan por todos los rincones del
país, una advertencia que decía: Estacionamiento clientes comprando max 10
minutos se usara grua. ¡Más erratas no podía tener! Ningún signo de
puntuación que apoyara esa saturación de mensajes. Yo me preguntaba y ¿cómo le
voy a hacer para comprarle 10 minutos a este señor y como le hará él para
vendérmelos?, porque ofrece eso, vendernos un máximo de 10 minutos. Obsérvese
que por lo menos se trata de hacer llegar al público tres ideas y así como
omitió los puntos se saltó los acentos, y de tal manera es majadero y agresivo
el mensaje, que parece que la advertencia de usar represalias va en contra de
los clientes que ahí compren sus cigarros o sus chicles, porque el tiempo veo
que es imposible que lo pueda vender, que cada uno es dueño de cómo despilfarra
o ahorra tan precioso don que hemos recibido.
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