Palabras derivadas
El niño de la espina |
Entendemos por palabras derivadas aquellas que se forman a
partir de otras que surgieron primero y que por asociación o parentesco se le
asemeja. Así tenemos la palabra caballo de la cual surgió, por ejemplo,
caballazo. A la nueva se le llama derivada y de la que procede se le llama
primitiva, es decir que se originó primero.
Hay muchas maneras de hacer palabras derivadas. De un
sustantivo crear otro nuevo: de máscara tendremos mascarilla. De un verbo, un
adjetivo, tal es el caso de vivir que produjo vívido. De un sustantivo se puede
derivar un adjetivo; así tenemos de negro, negruzco.
A las palabras primitivas no sólo le nacen nuevas palabras
posponiéndole alguna terminación, como sería el caso de amar que dio amable,
sino también anteponiéndosela, como desamar de la misma amar que ahora
mencionamos.
Hay ocasiones en que a una palabra se le agrega un prefijo y
un sufijo al mismo tiempo, tal es el caso de conurbación que lógicamente
surgió de urbe a la que se le antepuso el prefijo con y el sufijo
ción. A este tipo de palabras se las conoce como parasintéticas y
nuestra lengua posee muchas de ellas.
La utilidad de los neologismos que podemos inventar a través
de la derivación (por ejemplo, de circo cirquero) es que facilitan la
comunicación pues de otra manera sólo podríamos aludir a la cosa dicha a través
de construcciones perifrásticas (el que trabaja en un circo).
Por otro lado, hay palabras que son particularmente ricas y
que permiten la formación de muchas otras. Pienso en espina, que ha
permitido construir varias nuevas palabras. Me es difícil afirmar si espina
derivó de espino o al revés, pero aquí está el origen y, de seguro, la
diferencia procede del latín mismo. Pensemos que espino es el arbusto que se
caracteriza por sus espinas. También existe espinela que parece un sufijo
italianizante y que utiliza esta palabra para referirse a un mineral, en
nuestra lengua; ignoro si en italiano se llame igual, es muy probable que sí.
Otra palabra derivada de espina es el apellido Espinel, que
se hiciera famoso porque un escritor barroco lo llevó. Me refiero a Vicente
Gómez Martínez Espinel, que saltó a la fama por su novela Vida del escudero
Marcos de Obregón. De él tenemos dos derivados más: la décima espinela y la vihuela o guitarra
también llamada espinela y que recibió dicho nombre cuando empezó a llevar
cinco cuerdas, pues este Espinel la dotó de este quinto elemento.
Y si tenemos espinela en femenino, también tenemos esta
palabra en masculino. Hay una famosa escultura, llamada Espinelo o Espinario,
que representa a un niño que se ha espinado (y este es un nuevo derivado) un
talón, y muy atento, sentado, se inspecciona su pie. Y si podemos construir un
verbo (espinar) también éste puede ser un sustantivo cuando nos referimos a un
lugar poblado por matas de espino. En las cercanías de la ciudad de Colima hay un rancho llamado El Espinal. Y con la misma intención de aludir a un campo
cubierto de espinas existen poblaciones llamadas Espinar. Sin duda, los dos
sufijos (-al, -ar) aluden a la abundancia de algo. Así tenemos, me parece, caminar
de camino y comensal de comer.
En conclusión, si no me equivoco, tenemos de espina: espino,
espinela (mineral, estrofa, guitarra), Espinel, Espinelo, espinar (verbo y
sustantivo) y espinal.
Junto con espina hay otra palabra que me gustaría ahora
repasar sus potenciales derivados, me refiero a viento. De ésta
obtenemos ventolera, sufijo muy rico pues ha permitido la formación de
innúmeros derivados (chumacera, maletera, comedera, carretera, etc.) Y si
ventolera puede significar un viento de poca monta, podríamos tener por el
contrario, un viento más agresivo, si nos viene del mar, por ejemplo, al que
podríamos llamar ventisca. A ciertas prácticas curativas consistentes en sacar
con fuego a través de un pequeño vaso el aire (viento) de la espalda de un
enfermo se le llama ventosa. Al aparato con el que agitamos el aire de una
habitación en días calurosos llamamos ventilador. Por otro lado, permitir que
el aire circule en una habitación que ha estado encerrada o tratar ciertos
temas a que nos hemos resistido a discutir, se le suele llamar ventilar.
A una cristalería en una pared le podríamos llamar ventanal
y a un simple hueco en la misma pared, sin que haya de por medio vidrios que
corten o no el paso del aire, le llamaríamos ventana.
He hecho estos dos breves repasos para demostrar la gran
riqueza y flexibilidad de la lengua. En ocasiones algunos alumnos, exigidos por
mí para que se esfuercen en hacer cambios a los textos que me presentan y que
han resuelto mal el ejercicio en cuestión, me dicen preocupados, profesor,
es que no se puede. A lo cual les he respondido, piensa, ponte
imaginativo y creativo, la lengua es tan flexible y rica que somos capaces de
hacer pasar las mentiras por verdades.
Claro que digo esto, y lo explico de inmediato al que me
interpela, como aclaración de las posibilidades tan ricas que tiene la lengua.
Nunca debemos caer en la trampa de hacer pasar las mentiras por verdades,
porque la lección de la “verdad sospechosa” es muy clara, podría quedar uno atrapado
en sus propias mentiras, como le sucede al personaje de Juan Ruiz de Alarcón. Mejor
es actuar con autenticidad.
Comentarios
Publicar un comentario