Formas del verbo subjuntivo en desuso
Quienes nos dedicamos a los asuntos
relativos al uso de la lengua solemos ser conscientes de lo dificultoso que es
el uso del verbo en español. Muchas lenguas, tanto naturales (inglés, por
ejemplo) como artificiales (esperanto, interlingua) tienen formas verbales muy
simplificadas, razón por la cual su aprendizaje y dominio suele ser menos
complejo para los interesados, respecto de quienes deciden estudiar el español
como segunda lengua.
En efecto, es sabido que los
estudiosos de nuestra lengua que se aproximan a ella desde la posición de ser
hablantes de primera lengua de cualquier otra, sea por caso, lo que les sucede
a los sinoparlantes, sufren mucho para dominar nuestro verbo. Y esto es así
porque para nosotros, hablantes naturales del español, también se nos complica
mucho ese proceso. Así pues, si nuestro aprendizaje del verbo ha sido “natural”
y a pesar de ello, cuando lo estudiamos en las aulas nos da tantos dolores de
cabeza como nos los daba cuando los profesores de primaria nos hacían aprender
de memoria las tablas de las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones.
¿Quién no recuerda las muchas
“planas” que los profesores nos obligaban a escribir de los verbos? De mis
recuerdos infantiles aflora con gran nitidez la sorpresa que tuve con aquello
de que “amar” tenía muchas maneras de hacerse. Y claro, de la sorpresa se
transitaba al tedio sin posibilidad de solución, pues a la tercera o cuarta
hoja de borronear con el lápiz tantos amores, los chamaquillos preferíamos
cualquier otra cosa y no aquella tortura de arrastrar el lápiz como los
galeotes arrastraban el remo, encadenados a sus bancos.
Pero la sorpresa mayor sucede cuando
en la secundaria o en el bachillerato se enteran los alumnos que el asunto es
mucho más complejo de lo que habían imaginado, porque resulta que aparte de un
presente, un pasado y un futuro, sucede que los pretéritos son tres (pretérito,
copretérito y pospretérito), amén de las formas compuestas. Otra sorpresa más es
que existe otras maneras de conjugar, pues al modo indicativo le agregan el
subjuntivo y por lo tanto no solo es amo, amé, amaba, amaría, amaré, sino
también, ame (sin tilde), amara, amase, amare (sin tilde). En fin, que Cristo y
la multiplicación de los panes no nos llevan la delantera a los
hispanoparlantes en aquello de la multiplicación de los verbos.
Por hoy solo hablaré de estos dos
modos –indicativo y subjuntivo–
pues con ello ya tenemos de sobra para entretenernos. Lo primero que hay que
decir es que la diferenciación procede de la necesidad que surge cuando
queremos decir la acción de manera llana y directa y la manera en la que
necesitamos dar el matiz de que la acción pueda realizarse o no. Es decir, con
el modo indicativo decimos que la acción se realiza (en presente, pasado o
futuro) sin ninguna duda o restricción o matiz: Yo amo mi trabajo –presente de indicativo–, mientras que si queremos decir que la
acción a lo mejor se realiza, pero que también hay la posibilidad de que no
suceda, usamos la expresión así: “Que yo ame mi trabajo está por
verse” –presente
de subjuntivo–.
Como
el lector puede observar, los dos verbos están en presente (amo-ame) pero en la
segunda opción se especifica un matiz como el ejemplo lo hace evidente, que en
otras lenguas quizá no se puede construir así de simple: quitando una vocal y
poniendo otra. Como es lógico, hay personas que no perciben el matiz y terminan
por usar el verbo en indicativo cuando el contexto pide que se conjugue en
subjuntivo.
Además
de esto, tenemos que decir que existen otras dificultad con el subjuntivo. Y es
que el futuro de este modo verbal se ha perdido casi por completo y en
consecuencia, cuando queremos decir que una acción se podría realizar en un
futuro, terminamos por usar el pretérito de subjuntivo o mejor aún, el presente
de indicativo. ¡Peor enredo no podríamos hacer!
Por
ejemplo, si queremos decir que hay la posibilidad de que algo podría suceder en
el futuro lo enunciamos así: Mañana que vaya al cine, compraré dulces; si a
ti te sobra dinero cómprame unas palomitas.
Como
se puede observar, la construcción en que se indica la posibilidad a futuro (sobra)
se utilizó el modo indicativo. La construcción apropiada debería ser: Mañana
que vaya al cine, compraré dulces; si a ti te sobrare dinero, cómprame
unas palomitas.
Lo primero que le salta a la vista
al lector, es que la segunda construcción (la gramaticalmente correcta) parece
tan artificial, que jamás la usaríamos porque nos parecería petulante; cuando
no, incorrecta.
Observe el lector que los dos verbos
están en futuro (compraré-comprare), el primero en indicativo porque señala que
la acción se realizará lisa y llanamente, en tanto que la segunda, sólo tiene
posibilidades de que suceda, pero no la certeza, por lo tanto se usó el futuro
de subjuntivo.
Otro caso en el que insisten los
gramáticos es cuando se usa el pretérito de subjuntivo en lugar del futuro de
subjuntivo. Este caso lo puedo ejemplificar con la expresión que no hace mucho
le escuché decir a un político mexicano: “Yo sostengo, aunque deseara
otra cosa, respecto de la transformación de nuestros país, que es un fenómeno
que no tiene marcha atrás”.
Observe el lector que el verbo deseara
está conjugado en pretérito de subjuntivo, pero el declarante dijo una acción
en futuro, y por supuesto con un matiz de posibilidad de que se realice la
acción, por lo tanto se debió construir con el futuro de subjuntivo que sería deseare.
Si así se hubiera hecho, la construcción la escucharía extraña o artificiosa el
público que asistía al mitin. Quedaría así: “Yo sostengo, aunque deseare
otra cosa, respecto de la transformación de nuestros país, que es un fenómeno
que no tiene marcha atrás”.
Para concluir en esta ocasión
diremos que este empequeñecimiento de nuestro verbo en cierto sentido lo
aproxima (remotamente) a los verbos de otras lenguas: tiende a simplificarse,
pero también es verdad que se dejan de decir matices importantes por tal
reduccionismo. ¿Qué hacer? Quizá no haya solución: si no usamos el futuro de
subjuntivo empobrecemos nuestra lengua, si lo usamos, parecemos petulantes. Eso
le pasa a un comentarista político de Yotube, que es muy correcto para usar el
futuro de subjuntivo, pero se escucha pedante.
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