FORMAS DEL VERBO SUBJUNTIVO EN DESUSO


XLII 

Quienes nos dedicamos a los asuntos relativos al uso de la lengua solemos ser conscientes de lo dificultoso que es el uso del verbo en español. Muchas lenguas, tanto naturales (inglés, por ejemplo) como artificiales (esperanto, interlingua) tienen formas verbales muy simplificadas, razón por la cual su aprendizaje y dominio suele ser menos complejo para los interesados, respecto de quienes deciden estudiar el español como segunda lengua.

En efecto, es sabido que los estudiosos de nuestra lengua que se aproximan a ella desde la posición de ser hablantes de primera lengua de cualquier otra, sea por caso, lo que les sucede a los sinoparlantes, sufren mucho para dominar nuestro verbo. Y esto es así porque para nosotros, hablantes naturales del español, también se nos complica mucho ese proceso. Así pues, si nuestro aprendizaje del verbo ha sido “natural” y a pesar de ello, cuando lo estudiamos en las aulas nos da tantos dolores de cabeza como nos los daba cuando los profesores de primaria nos hacían aprender de memoria las tablas de las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones.

¿Quién no recuerda las muchas “planas” que los profesores nos obligaban a escribir de los verbos? De mis recuerdos infantiles aflora con gran nitidez la sorpresa que tuve con aquello de que “amar” tenía muchas maneras de hacerse. Y claro, de la sorpresa se transitaba al tedio sin posibilidad de solución, pues a la tercera o cuarta hoja de borronear con el lápiz tantos amores, los chamaquillos preferíamos cualquier otra cosa y no aquella tortura de arrastrar el lápiz como los galeotes arrastraban el remo, encadenados a sus bancos.

Pero la sorpresa mayor sucede cuando en la secundaria o en el bachillerato se enteran los alumnos que el asunto es mucho más complejo de lo que habían imaginado, porque resulta que aparte de un presente, un pasado y un futuro, sucede que los pretéritos son tres (pretérito, copretérito y pospretérito), amén de las formas compuestas. Otra sorpresa más es que existe otras maneras de conjugar, pues al modo indicativo le agregan el subjuntivo y por lo tanto no solo es amo, amé, amaba, amaría, amaré, sino también, ame (sin tilde), amara, amase, amare (sin tilde). En fin, que Cristo y la multiplicación de los panes no nos llevan la delantera a los hispanoparlantes en aquello de la multiplicación de los verbos.

Por hoy solo hablaré de estos dos modos indicativo y subjuntivo– pues con ello ya tenemos de sobra para entretenernos. Lo primero que hay que decir es que la diferenciación procede de la necesidad que surge cuando queremos decir la acción de manera llana y directa y la manera en la que necesitamos dar el matiz de que la acción pueda realizarse o no. Es decir, con el modo indicativo decimos que la acción se realiza (en presente, pasado o futuro) sin ninguna duda o restricción o matiz: Yo amo mi trabajo presente de indicativo­, mientras que si queremos decir que la acción a lo mejor se realiza, pero que también hay la posibilidad de que no suceda, usamos la expresión así: “Que yo ame mi trabajo está por verse” presente de subjuntivo.

Como el lector puede observar, los dos verbos están en presente (amo-ame) pero en la segunda opción se especifica un matiz como el ejemplo lo hace evidente, que en otras lenguas quizá no se puede construir así de simple: quitando una vocal y poniendo otra. Como es lógico, hay personas que no perciben el matiz y terminan por usar el verbo en indicativo cuando el contexto pide que se conjugue en subjuntivo.

Además de esto, tenemos que decir que existen otras dificultad con el subjuntivo. Y es que el futuro de este modo verbal se ha perdido casi por completo y en consecuencia, cuando queremos decir que una acción se podría realizar en un futuro, terminamos por usar el pretérito de subjuntivo o mejor aún, el presente de indicativo. ¡Peor enredo no podríamos hacer!

Por ejemplo, si queremos decir que hay la posibilidad de que algo podría suceder en el futuro lo enunciamos así: Mañana que vaya al cine, compraré dulces; si a ti te sobra dinero cómprame unas palomitas.

Como se puede observar, la construcción en que se indica la posibilidad a futuro (sobra) se utilizó el modo indicativo. La construcción apropiada debería ser: Mañana que vaya al cine, compraré dulces; si a ti te sobrare dinero, cómprame unas palomitas.

Lo primero que le salta a la vista al lector, es que la segunda construcción (la gramaticalmente correcta) parece tan artificial, que jamás la usaríamos porque nos parecería petulante; cuando no, incorrecta.

Observe el lector que los dos verbos están en futuro (compraré-comprare), el primero en indicativo porque señala que la acción se realizará lisa y llanamente, en tanto que la segunda, sólo tiene posibilidades de que suceda, pero no la certeza, por lo tanto se usó el futuro de subjuntivo.

Otro caso en el que insisten los gramáticos es cuando se usa el pretérito de subjuntivo en lugar del futuro de subjuntivo. Este caso lo puedo ejemplificar con la expresión que no hace mucho le escuché decir a un político mexicano: “Yo sostengo, aunque deseara otra cosa, respecto de la transformación de nuestros país, que es un fenómeno que no tiene marcha atrás”.

Observe el lector que el verbo deseara está conjugado en pretérito de subjuntivo, pero el declarante dijo una acción en futuro, y por supuesto con un matiz de posibilidad de que se realice la acción, por lo tanto se debió construir con el futuro de subjuntivo que sería deseare. Si así se hubiera hecho, la construcción la escucharía extraña o artificiosa el público que asistía al mitin. Quedaría así: “Yo sostengo, aunque deseare otra cosa, respecto de la transformación de nuestros país, que es un fenómeno que no tiene marcha atrás”.

Para concluir en esta ocasión diremos que este empequeñecimiento de nuestro verbo en cierto sentido lo aproxima (remotamente) a los verbos de otras lenguas: tiende a simplificarse, pero también es verdad que se dejan de decir matices importantes por tal reduccionismo. ¿Qué hacer? Quizá no haya solución: si no usamos el futuro de subjuntivo empobrecemos nuestra lengua, si lo usamos, parecemos petulantes. Eso le pasa a un comentarista político de Yotube, que es muy correcto para usar el futuro de subjuntivo, pero se escucha pedante.

 



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