Uso de los prefijos
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He observado que en los últimos tiempos reina un caos en
cuanto al uso, unido o no, de los prefijos a las palabras raíz que modifican.
Quizá mi observación sea un tanto generalizante y más producto de que antes no
tenía el cuidado que ahora tengo de observar cómo se escriben los papeles que
leo, o las páginas de internet que consulto. Es posible. Pero también, me da
por pensar, que algo de razón tiene mi observación porque los medios de
producir textos (en papel o digitalmente) se han multiplicado y, por
consecuencia, los puntos de vista también. No está mal eso, el problema es que personas
inexpertas, incultas –en fin, ignorantes–, se sienten autoridad en la materia
sin serlo, caso dramático es la Wikipedia en la que muchos textos ahí
publicados fueron producidos por personas con escasos conocimientos, pero por
el hecho de ver publicados sus escritos, se reputan a sí mismas de última
autoridad en la materia y aunque cometan terribles dislates, se aferran a su ignorancia
de tal manera que da pavor leer sus argumentos justificadores; bien decía el
padre Bartolomé de las Casas que todos somos amigos de nuestras opiniones. Ya
he tenido oportunidad de debatir con ellos. Sé de lo que hablo.
Pues yendo a mi propósito, veo con mucha frecuencia palabras
escritas como contraargumento o supermacho o reguapa o ciberempresa sin unir el
prefijo con la palabra a la que modifica, así: contra argumento, super macho,
re guapa, ciber empresa. Entiendo que el redactor titubee un momento cuando
tiene que escribir la primera, porque la doble vocal (aa) lo desconcierta y su
intuición le podría decir, “¡No, esas son dos palabras! Bueno y pase el lapsus,
pero en los otros tres ejemplos ¿por qué proceder a separarlas? Me parece un
verdadero dislate hacerlo así, una persistencia torpe en el error. Hacerlo de
tal manera no es la excepción, sino la regla; el ser humano se especializa en
tropezar dos veces en la misma piedra. Sé de lo que hablo.
Si el amable y ocioso lector (porque el ocio debe reinar en
quien me ha seguido leyendo hasta aquí) enciende su equipo de cómputo, abre el
procesador de texto al uso (me refiero al de Microsoft, pero otros también
cometen este error) en este momento, y escribe estas palabras u otras como
sobreescribir, descubrirá con sorpresa que se las marca como error y le
sugerirá separarlas: sobre escribir o acaso, sobrescribir. ¿Por qué sucede
esto? Ya lo dije, porque los opinantes se han multiplicado como los hongos en
la humedad; ya lo decía Javier Marías, hoy, cualquiera cree que puede escribir
una novela, aunque nunca lo haya hecho en su vida, mientras que muchos
escritores, por ejemplo, no se atreverían a hacer un pantalón no dominando el
oficio de sastre. Sé de lo que hablo.
Pero también ha contribuido al error la actitud de la
Academia Española, que nunca se ha preocupado por fijar con claridad su
posición al respecto. Hace algún tiempo consulté su Gramática descriptiva
(que temo nadie consulta, ¿quién va a querer leer un mamotreto de más de cinco
mil páginas en tres tomos?) y en estudio tan vasto y tan basto, es lógico
pensar que se le dediquen páginas y páginas a cada minucia tipo las “aes
caedizas en el valle de México”, como decía mi querido maestro César Rodríguez
Chicharro. Pues bien, después de leer y leer páginas y páginas, decenas y
decenas de páginas, concluí mi revisión no sólo con sorpresa sino con escándalo
porque ni una palabra se dedicó al tema, a pesar de ser –sin duda lo digo– el que podría
importar más al entretenido consultor.
Un tercer fenómeno que ha contribuido a
este caos es el que, por tradición, los prefijos se suelen escribir pegados a
la raíz, en su gran mayoría, pero también hay costumbre de separarlos con un
guion de su raíz o bien, en dos palabras. Si bien es cierto, estos dos segundos
usos son los menos, son la excepción de la regla; no obstante, meten ruido en
el redactor inexperto, y por estas tres causas que he explicado, creo que se ha
generalizado el caos. Así que van aquí algunos principios que algo podrían
orientar a mis alumnos.
En primer término, reiterar lo que
acabo de decir; pido disculpas por escribirlo con mayúsculas: TODOS LOS
PREFIJOS DEBEN IR UNIDOS A LA PALABRA RAÍZ QUE MODIFICAN, sea por caso:
fotonovela, descoser, reaparecer, malviviente, tatarabuelo, como es muy
evidente que así se ha hecho siempre, pero también otros que se prestan a
dudas, como: mediotonto, sobreescribir (o sobrescribir), mediodía, medianoche (¡la
Academia dice que este último también se puede escribir separado, pero no
mediodía, vaya pues!), sobreentender, supermacho, preexistir, entrecomillar y
un largo etcétera.
Se escribirán con guion aquellas
palabras cuyos prefijos deban estar junto a las palabras raíces formadas por
siglas, números o inicial mayúscula: anti-AMLO, super-8, pro-U. de G., anti-Stalin,
etc. Por otro lado, deberá separarse el prefijo de la expresión que modifica
cuando se conforma de dos o más palabras que juntas dan un solo sentido; por
ejemplo: debe escribirse “ex vice primer ministro”, pero nunca “ex presidente”
(y vaya que esta última fórmula, con muchos otros casos como “ex pareja” la he
visto muchas veces impresa).
Para concluir dos o tres observaciones
que no se relacionan con lo que venimos explicando pero también tienen que ver
con los prefijos y las palabras a las que se unen. Primero, aunque el prefijo
sea una construcción grave terminada en consonante, y se una o no a la palabra
raíz, siempre se debe escribir sin tilde, sea por caso: supermacho, pero nunca,
súper-macho y mucho menos súpermacho. Segundo, si en algunos casos se reitera
el prefijo, estos dos elementos deben ir unidos, no separados: antiantisemita,
tatarabuelo, etc. Tercero, si son dos o más prefijos, pero de naturaleza
diferente, es decir, no repetición del mismo, el o los que, por lógica, no se
puedan “pegar” a la palabra raíz se les puede poner un guion para indicar que
todos juntos modifican el sentido de la palabra: “Los conflictos pre- y
poselectorales deben ser atendidos con prudencia”. Cuarta, si la palabra raíz
es un monosílabo, por regla, sabemos, no debe llevar tilde (exceptuado, claro,
los acentos diacríticos cuando es necesario distinguir entre el, y él; de y dé,
etc.), pero en caso de que al unirle el prefijo pase de ser una palabra
monosílaba a una bisílaba o trisílaba, se debe aplicar la regla general de la
acentuación que dice que las palabras agudas terminadas en vocal se escriben
con tilde, sea por caso puntapié, biogás, etc.
Envío. Dudo que se resuelva esta
confusión, pienso que no será fácil destruir esta torre de Babel de la
confusión de lenguas, pero no importa, hace tiempo que reflexionaba sobre estas
pequeñas partículas y a pesar de mi pesimismo y mi desconfianza en la
corrección, quería escribir estas líneas. Sé de lo que hablo.
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