Virote, bolillo, telera, torcido
XLVIII
Si bien el maíz es el alimento base de los mexicanos, con el mestizaje cultural que inició hacia 1521 se incorporó a la dieta de los antiguos y actuales mexicanos el arroz oriental y el trigo occidental. Como les sucede a ciertos alimentos básicos, éstos se universalizaron y hoy los tres cereales forman parte de la dieta nuestra. Como el pan blanco es un alimento cotidiano muy importante, lógico es que haya para él varios nombres, eso sucede con las cosas que usamos mucho. He escuchado por lo menos estos cuatro nombres que encabezan este texto y estoy seguro de que otros habrá. Me limitaré a comentar éstos porque son los que conozco y he leído; por otro lado, he sido testigo de polémicas e interpretaciones sobre alguno como, por ejemplo, que virote se debería escribir con “be” y no con “uve”.
Empecemos este repaso con ésta, pues es la más rica y compleja de todas. Según parece por lo que afirman los más serios investigadores del tema, su origen se encuentra en ciertas flechas que se usaban para caza menor, como la del conejo y tal, a su vez, es el aumentativo o despectivo de vira que era la saeta tradicional de la ballesta. Es decir, la vira era larga, delgada y recorría grandes distancias, mientras que el virote era más grueso, corto y no necesitaba recorrer mucho espacio. El lexicógrafo del siglo XVI, Sebastián de Covarrubias, así las define: “Vira, unas veces significa cierto género de saeta que se tira con la ballesta, más larga y más delgada que el virote… Virote, se dijo [derivó] de vira. Estos sirven tan solamente para matar conejos, liebres o algunas aves”.
Es una pena que el canónigo toledano no haya dicho qué otros significados tenía vira, aunque el DRAE sí dice cuál es su origen. Este lexicón sostiene que nos vino del francés vire que a su vez evolucionó del latín vulgar veria y más remotamente del latín culto verua, que significa eso: dardo, una lanza corta.
Lo que sí informa Covarrubias, y eso nos permite entender lo que sucedió para que la palabra virote llegara a significar en México un tipo de pan, es que se crearon muchos derivados metafóricos y simbólicos. Por ejemplo, dice jocosamente que: Traga virotes llamamos a los hombres muy derechos, muy severos, con una gravedad necia.
Otro de estos usos lo encontramos en El Quijote. Un vecino dice a Sancho que si se queda dormido le dará de cachetadas hasta que se despierte encolerizado. El escudero responde que no es necesario y que, dado el caso, él le sabrá responder con un garrote pues: “se sabe que no soy yo hombre que me dejo manosear el rostro de nadie; y cada uno mire por el virote, aunque lo más acertado sería dejar dormir”. El mismo Covarrubias explica este uso coloquial y afirma que quiere decir el que todos deben estar atentos a las cosas que le importan y no en otros asuntos. Y así fue como el término fue adquiriendo muchos significados, como por ejemplo, se llaman virotes a los pedales del telar o a unos papeles que se escribían haciendo súplicas a las autoridades.
Y aunque no me ha sido posible documentar en qué momento empezó a tener el significado de pan, sí es posible encontrarlo en un diccionario del siglo XIX. Félix Ramos y Duarte registra esta palabra en su diccionario de mexicanismos; dice que se usa en la ciudad de México y significa “Pan de trigo hecho sin manteca”.
Si bien el libro de Ramos y Duarte es una fuente de confianza, tengo para mí que ya hacía mucho tiempo y en otros lugares del país se le usaba con el mismo o similar sentido. Como ya dije en otro artículo, este filólogo de origen cubano conoció y vivió en el oriente de nuestro país y por lo tanto no dominó tanto el uso del lenguaje en el occidente de nuestra patria. En Jalisco, el pan que se utiliza para preparar las tortas ahogadas es alargado, puntiagudo y es llamado virote; además, a las tiras de dos o cuatro panes blancos en muchos lugares de occidente, más allá de las fronteras jaliscienses, se les llama virotes.
Tengo para mí, y espero no pecar de fantasioso, que este uso mexicano de la palabra virote debe venirnos de mucho más atrás y ha ser del español hablado en Andalucía. Deduzco esto porque en las clases de gramática histórica que recibí, nuestro profesor sostenía que el español de América se caracterizaba por tener un sustrato muy poderoso en el habla coloquial andaluza y en los términos de la marinería. Con los años, tanto en los libros como en el uso y la experiencia propia he comprobado que esto es verdad. Por otro lado, y abundando en esta deducción, leí en una crónica del siglo XVI (olvido el nombre porque he leído demasiadas y ahora no sé en cuál de ellas lo encontré) que los famosos panes durísimos que se utilizaban en esos viajes, y que llamaban biscochos (dos veces –bis– cocidos) había ocasiones en que era imposible comerlos por lo durísimos que estaban y por lo tanto se valían de un recurso que era mezclar en una escudilla agua, vinagre, aceite y remojarlos en ese líquido. Mucho me maravillé cuando leí que a esas gachas llamaban gazpacho. Mi imaginación voló y entonces no pude contener las inferencias, como el hecho de que el actual gazpacho español surgió mucho antes de que los marineros llevarán los jitomates americanos a la península o que las tortas ahogadas debieron nacer en este contexto de la marinería.
Por lo tanto, mi conclusión es que llamamos virotes a estos panes de harina de trigo sin azúcar ni grasa por su forma alargada, como los pedales de los telares o los escritos largos y tediosos. Alguna vez me contaron (y tengo mis dudas de que sea verdad) que a las largas varas de canela en rama las llaman virotes, en ciertos lugares de Jalisco. Sea como fuere, tenemos que decir que por lo tanto virote para referirse al pan blanco es un uso derivado y metafórico a partir de las saetas llamadas virotes, por lo tanto, quienes escriben birote con bilabial se confunden y lo hacen mal.
Estoy convencido que este error debió surgir por asimilación a la palabra bolillo. Que este vocablo sí debe escribirse así porque deriva de bolo y este, a su vez, de bola. Por lo tanto, la situación de esta palabra es similar que la anterior, es un derivado metafórico o simbólico de los primigenios bolos, que son unas figuras de madera torneadas que se usan en el juego del mismo nombre (el juego de los bolos o boliche). También se llama bolillos a los remates redondeados y alargados de ciertos muebles, como las cabeceras de las camas. Bolillos también son ciertos palillos que cuelgan de hilos y que se utilizan para tejer carpetas y servilletas; esta artesanía española recibe, precisamente, el nombre de “tejido de bolillos”. Se sabe, por otra parte, que en Colombia llaman bolillos a las porras o macanas que usan los policías.
Por lo tanto, no podemos sino concluir que este nombre del pan blanco surgió de la misma manera que el anterior: por semejanza y asimilación. Es decir, los panes bolillos se llaman así por alargados y redondeados. Ahora bien, hay que tomar en cuenta que la palabra virote se considera muy coloquial, casi diríamos que es una expresión vulgar, mientras que la voz bolillo, es la forma estandarizada de llamar a estos panes. Sólo, quienes se conducen con descuido y son personas ignorantes o vulgares utilizan sin darse cuenta virote en lugar de bolillo.
La palabra telera, por su parte, es muy curioso, pero tiene un origen muy parecido al de virote: es una palabra latina (telum) que significa también dardo o flecha, aunque puede tener un matiz ligeramente diferente: estos dardos no se lanzaban con arco, sino con la mano, y en el caso de telera es el derivado superlativo (telaria) de esta latina, Además de que otras armas, como ciertas espadas, recibían este nombre. Y también se dio esta ampliación de significado por la semejanza o por metáfora; por ejemplo, cierta pieza alargada del arado se llama telera. Las largas piezas de las prensas que usan los carpinteros o impresores también se llaman así. En la marinería se utilizan ciertos palos alargados y anchos con múltiples perforaciones por las que se hacen pasar las cuerdas de las velas para evitar que se enreden.
El pan telera tiene un parecido lejano a estas tablas de los barcos, pues es alargada y ovalada. Tienen otras especificaciones, como el que es un pan bazo que comen los pobres o es la pieza que se utiliza para preparar tortas o emparedados. Finalmente tenemos torcido. Este nombre para el pan sólo lo he escuchado en el norte del país, concretamente, en Ciudad Obregón, y no plantea dificultad alguna porque el origen metafórico de este uso es clarísimo, puesto que podemos decir que parecen estos panes, una tela torcida cuando se la exprime.
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