Chancaca, panela, panocha, panoja, piloncillo II
LIII
Sostuve en la entrega anterior que
la palabra chancaca pudo haber sido sustituida por algún término
hispano. Esta posibilidad no la obtengo de mi propia cosecha fantasiosa, eso le
pasó a muchas palabras del náhuatl que fueron cambiados por un término hispano
o por otra palabra más cómoda para los españoles o, incluso, por una
equivalencia a partir de una comparación.
Por ejemplo, la palabra tortilla,
algo tan nuestro y alimento propio de los antiguos mexicanos y también de los
de ahora, es un hispanismo: es el despectivo o diminutivo de torta, acá,
el termino era tlaxcalli. Y en efecto, en función de la realidad vista
por los españoles, una tortilla es una torta delgada, digámoslo
así. Con la palabra maíz también se perdió otro nahuatlismo (cintli),
pues a nuestro país trajeron los españoles este término taíno. Y fue tan
poderoso el que los españoles le llamaran maíz al cintli, que los
indígenas abandonaron su palabra y adoptaron la gustada por los europeos. Y
finalmente están los sinónimos por equivalencias o comparaciones: cuando una
realidad no era del todo equivalente a la europea pues la diferencia lo hacía evidentísimo,
le agregaban sufijos como “de las Indias” o “de la tierra”. A los guajolotes
les llamaron “gallinas de la tierra”; es decir, “lo que para nosotros son
gallinas, aunque esta ave no se le parezca en nada” o también “gallina de estas
tierras”. Y ya vimos que fray Andrés llamó a la chancaca “mazapán de la
tierra”.
Pues palabras como malacate o
chancaca tuvieron esta azarosa fortuna de no ser desechadas desde un
primer momento y, por el contrario, se generalizaron sin obstáculo alguno.
Bueno, pero esto es un decir, porque de alguna manera también se las excluyó.
No estoy tan seguro de la primera, pero sí me parece lógico que esto que
insinúo le pasara a chancaca. Es decir, ésta padeció un curioso fenómeno
de desvío. Es decir, no se le rechazó de inicio, pero surgieron otros términos
que fueron sustituyéndola poco a poco. Y por fin han llegado a nuestro cuento
las otras dos palabras que le dan título a estas colaboraciones: panela
y panocha.
En efecto, ambas significan chancaca
o azúcar morena o mazapán de esta tierra, etc. Y esto es así, sin duda, pero
también tienen un campo semántico más amplio, a diferencia de la primera. Vamos
con la primera.
Panela es el diminutivo femenino de pan,
como de hija, hijuela. Procede del latín panis. Esta
palabra primitiva ha dado muchos derivados, empezando por el uso en otros
contextos por aludir a cierto parecido (redondo, suave, comestible): pan de
higo, pan de azúcar. Esto quiere decir panela: bizcocho pequeño de figura
prismática. Y de aquí saltó su significado a otros productos, por ejemplo, a un
tipo de queso fresco sin prensar se le llama panela, y en efecto, se escurre
este queso en unos pequeños cedazos que parecen unos bollos. Y quizá por esta
misma causa, se le llama panela a cierto tipo de chancaca de figura
prismática. Son tan variados los moldes como la imaginación y la necesidad del
artesano lo demande. Pueden parecer unos conos truncados, pueden tener la forma
redondeada de los bollos, pueden tener el aspecto de unas pirámides y hasta se
siguen fabricando rectangulares, como quizá eran los mazapanes que vio y
conoció fray Alonso de Molina.
Por su parte la palabra panocha
procede también del castellano y a éste llegó del latín panícula
(panecillo) y de ahí surgió panoja y también panocha. Es decir,
la panoja es un ramo o un manojo de hojas o tallos. También se llama panoja
a ciertos frutos que recuerdan las formas de los ovillos que se utilizan en los
telares para ir reuniendo la larga hebra que se fabrica de estambres en las
ruecas. Como muchos lectores lo recordaran, esos ovillos de hilo se construyen
girando éste en un palillo y a medida que engruesa la madeja, porque el hilo
sube y baja a lo largo de ese eje, la forma que toma es redondeada y alargada.
Pues bien, hay ciertos frutos, repito, que tienen una forma similar y que
también se les puede llamar no sólo panojas, sino también mazorcas y también
panochas.
Como ya dijimos, hay ciertos moldes
para formar el piloncillo o panela que se fabrican con barro cocido. Éstos
recuerdan lejanamente a un jarro alargado, pues no es nada difícil asociar la
forma de ese cilindro a una panoja o panocha o mazorca.
En nuestro país, tengo para mí que
la palabra chancaca se ha perdido casi por completo y se usan estos tres
sinónimos en su lugar: piloncillo, panela, panocha. Ahora bien, ese uso no es
generalizado; en la zona oriental de nuestro país (Veracruz, principalmente)
donde se cultiva la caña de azúcar, tradicionalmente se le llama panela, mientras
que en esta región occidental de México, me refiero a Jalisco, Michoacán o
Colima, se le llama panocha.
Ahora bien, así como la palabra chancaca
fue desplazada por panela y panocha, también es evidente que
estos dos vocablos están siendo desplazados por piloncillo. Incluso, la
palabra panocha en el occidente de México también significa vagina,
y el lector no tendrá ninguna dificultad en encontrar la asociación entre la
forma alargada y redondeada de las panojas de hilo y la vulva de la
mujer; es conveniente aclarar dos cosas: sólo se le llama panocha a los
genitales de las mujeres pero no a los de otros seres vivos del género
femenino, por un lado, y por el otro, el término es de uso coloquial y algunos
usuarios de la lengua lo considerarían francamente vulgar y de mal gusto; quizá
esto ha contribuido a que la gente prefiera llamar piloncillo y no panocha
al endulzante, a pesar de que sabe que este significado (panocha como
endulzante) no se considera vulgar. No está demás decir aquí que en Colombia se
llama panocha a ciertas empandas cuyas formas son gordezuelas y
alargadas.
Finalmente, para ir concluyendo, el
término chancaca se usa en el campo peruano, pero le sucede lo que a la
palabra panocha acá en el occidente de México, que poco a poco está
siendo desplazada no por considerarla de mal gusto, sino que capta el usuario
que quizá no todo el mundo entienda a qué se refieren con esa palabra y entonces
cambia ambivalentemente de una a la otra, y no sería extraño escuchar que
también le llamen piloncillo. En otros países, como en Costa Rica (igual
que acá en México), al parecer se ha perdido por completo y persiste el
tradicional panela.

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